8 de noviembre, 2017.
Sin electricidad o con electricidad esporádica e intermitente, poder comer fuera de casa no solo es una necesidad, también es una terapia. Hace un mes, salía a buscar donde comer y entraba al primer lugar que encontraba abierto con generador. Para esta fecha ya hay más lugares abiertos con generadores, que los que había hace 1 mes.
Refuerzo, celebro y repito como cliente en los que abrieron tempranito en la crisis fueron resilentes en su propia crisis manteniéndose hábiles para su clientela. Si podemos ir al colmado, la compra no incluye nada para refrigerarse. Hemos ampliado las opciones para cenar en casa. Y en mi caso, aplaudo sin cesar los negocios que me han permitido sentarme en sus mesas para alimentarme y alimentar de cotidaneidad unas horas esta nueva realidad.
Aire, agua con hielo, una menú fresco, comida caliente, buen servicio. He repetido en Los Cidrines, El fogón del Rey, La Bodega de Méndez, Faccio Pizza en la Esmeralda, Subway, Juan Pan Pizza, Casa Emilio. Con menú y horario reducido, con filas y a veces pidiendo pago solo en cash, no importa. Son negocios que se lanzaron a operar bajo las condiciones más difíciles. Son negocios a los que seguiré patrocinando por su servicio, compromiso y alternativa cómida y fácil en este momento.
Si no hay mesa entre vecinos o familia, o si las reservas en alacena se acabaron, salir a comer puede ser el respiro y el contacto con algo de la pasada rutina..Para mi, que salir a comer ha sido siempre una experiencia atesorada, en esta crisis, salir a comer se me volvió la mejor terapia.

